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La Araucanía se prepara para el primer colegio con cosmovisión mapuche
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Seis rucas octogonales alrededor de un canelo. Cada una emplazada con orientación oriente-poniente y con la puerta en dirección norte. Al interior, niños mapuche en sus escritorios alrededor de una estufa que replica el fuego que está siempre encendido al centro de las rucas en las comunidades. Esto en pleno campo, a 10 minutos de la ciudad de Galvarino, en la Región de la Araucanía.
Es lo que a partir de septiembre ocurrirá en la escuela La Piedra, la primera del país con cosmovisión mapuche, tanto en su diseño, como en su metodología de enseñanza.
“De un punto de vista neurológico, cuando un niño ve que en la sala está viviendo lo mismo que su hogar, el aprendizaje se facilita. Porque para ellos, aunque vivan en una casa -muchas veces de adobe, sin baño, y piso de tierra- al lado tienen la ruca, donde está la cocina y se centra toda la vida cotidiana”, explica Marcela Gutiérrez, directora de Educación de Desafío Levantemos Chile, a cargo del proyecto.
Un grupo público-privado lleva tres años impulsando la iniciativa que pretende funcionar como piloto -con 160 niños, de primero a octavo básico- para luego replicarla en toda la región.
“El mensaje que queremos dar es que la gran mayoría de las comunidades mapuche quiere trabajar, que sus hijos vayan al colegio y prosperar. Ellos no se sienten identificados con esta violencia y narcoterrorismo. Y estoy seguro de que después vamos a llevar a los privados a ver este proyecto, y vamos a tener financiamiento no para tres escuelas, sino para decenas más. Porque además les estamos metiendo la educación del futuro”, añade Nicolás Birrell, director ejecutivo de la fundación que creó Felipe Cubillos.
El mapeo
La iniciativa comenzó a gestarse en 2018. Al alero de la mesa para los pueblos originarios de Compromiso País, Los empresarios Cristián Goldberg y Juan Sutil, los académicos Mauricio Apablaza y Sebastián Donoso, y Alfredo Moreno, entonces ministro de Desarrollo Social, recibieron el mandato de crear propuestas de corto, mediano y largo plazo para dar solución al 40% más pobre de los pueblos indígenas.
Por Goldberg, directo de Desafío Levantemos Chile, la iniciativa recayó en la fundación, que decidió enfocarse en la Araucanía dado que es la región con mayor cantidad de población indígena y la con mayor pobreza multidimensional.
Partieron por mapear y recorrer gran parte de las escuelas de la zona. “Lo primero que te golpea muy fuerte es la infraestructura de los establecimientos, que están cayéndose a pedazos, sin baños, sin resolución sanitaria. Esto pasa en otras regiones, pero no a este nivel. Luego, cuando analizas el modelo educativo, es peor aún”, asegura Nicolás Birrell.
Según la última encuesta Casen de 2017, de las diez comunas con mayor pobreza multidimensional del país, ocho están en la Región de la Araucanía. En la primera, Alto Bio Bio, Desafío tiene ya un jardín infantil autóctono en la zona de Trapa Trapa, y presta apoyo con tablets y conectividad a las escuelas del lugar; en la segunda, Cholchol, la ONG apoya un programa de viviendas. En la tercera, Galvarino, no tenían nada.
De las 21 escuelas rurales de la comuna, escogieron tres para intervenir. No solo eran muy pobres en infraestructura, además los niños tenían un bajísimo rendimiento escolar, el índice de vulnerabilidad superaba el 98% y el 100% de los estudiantes era mapuche. Conversaron con el alcalde y tuvieron buena acogida. Entonces el grupo comenzó a conversar con las comunidades sobre cuáles eran sus expectativas y necesidades para los nuevos establecimientos, y en paralelo a buscar financiamiento.
Pero vino el caso Catrillanca, y luego el estallido social. “Empezamos a levantar contactos, y vimos cierta resistencia de los privados a meterse en proyectos educativos en la Araucanía. Si antes de Catrillanca veíamos más facilidad para levantar proyectos, esto cambió todo el panorama político, económico, de seguridad”, relata Birrell.
A esto se sumó otro obstáculo: el costo. Marcela Gutiérrez lo ejemplifica: “Para una escuela de 80 alumnos, el Mineduc exige de metraje útil (solo salas, sin muros, ni espacios exteriores) 1.100 m2 construidos. Agrégale un 10% al metraje por muros, más los patios techados que se exigen desde el Maule hacia el sur”. Metiendo todo a la calculadora, el costo por cada complejo educativo era de $2 mil millones. $6 mil millones en total. Imposible de levantar.
Las raíces del “che”
“Si estamos viendo la unidad ‘mi barrio’, en los libros del Ministerio sale la iglesia, la plaza, la farmacia, la biblioteca. Tú estás en una comunidad mapuche y no ves la iglesia; ves la ruca, la casa de la Machi, la casa del Lonko, la huerta. Ese es su barrio”, ejemplifica Gutiérrez. “Por lo tanto, hay que hacer una adecuación curricular”.
Desafío se define como un creador de puentes. En esa línea, se asociaron a la fundación Educa Araucanía -ligada a Ignacio del Río y liderada por Paula Pineda y Rosita Puga-, que en 2016 tomó la escuela local San Francisco de Cunco Chico, que era la que tenía el peor Simce histórico al nivel nacional, y en dos años la llevó a obtener los mismos resultados de los colegios particulares pagados.
“Los mapuche tienen una crianza muy poderosa que parte de la base de la formación del ‘che’, la persona: antes de lo cognitivo ellos favorecen las buenas costumbres, tienen todo un código de comportamiento. Primero tienen que fortalecer las raíces -con ciertas condiciones: una persona justa, de buen corazón, resiliente- para que después vaya creciendo en sabiduría y conocimiento”, explica Rosita Puga, directora educativa de Educa Araucanía.
Y agrega: “Esta es una cultura hablada y en relación con la naturaleza. Las culturas que tenían obras, pirámides, desaparecieron, pero esta está viva porque la llevan en el espíritu. Por eso no es que hagas un rito y es una ‘escuela mapuche’. Esto es algo que trasciende todo”.
Gutiérrez complementa: “El objetivo es que salgan niños empoderados con la visión de lo que son ellos, pero al mismo tiempo con la mentalidad del siglo XXI”. En esa línea, en la experiencia de Educa Araucanía en Cunco Chico, hay desde estudiantes que en 8 básico han planteado que quieren ser carabineros como sus padres, hasta adolescentes que están decididas a estudiar cardiología en Alemania.
Aún sin financiamiento, ni proyecto aprobado, Desafío contactó al estudio de Arquitectura Correa3 -del padre y hermanos de Sebastián Correa, que murió en el avión a Juan Fernández junto a Cubillos- para plasmar esta cosmovisión en la construcción del lugar. Con ellos habían trabajado antes en el diseño del colegio de Santa Olga que fue reconstruido tras el incendio de 2017.
Plan B
“Esto fue política”, dice Birrell. Conscientes de que desde el mundo privado no podrían levantar los recursos -“es distinto cuando no hay una emergencia de por medio, señala Gutiérrez”-, empezaron a buscar un plan B. Partieron por tocar las puertas del gobierno regional, primero con el entonces intendente Luis Mayol, luego Jorge Atton y finalmente Víctor Manoli, con quien firmaron el acuerdo. De ahí presentaron el proyecto Core por Core. Siguieron con los parlamentarios.
“Fuimos con la carpeta de más de 1.200 iniciativas que hemos hecho, con presupuestos, evidencia, les mostramos que podíamos hacer esta escuela en tiempo récord, con menos recursos y que la colaboración público-privada funcionaba”, recuerda Birrell.
A modo de ejemplo, dice, el complejo de Santa Olga para mil alumnos, lo construyeron en 11 meses y les costó $ 4.700 millones. Al Mineduc de la época, hacer el mismo proyecto le costaba $ 10.200 millones y se demoraban dos años y medio. “Ese piloto funcionó, ¿por qué no me pones una ficha? Además lo voy a hacer con la cosmovisión mapuche, llevamos años trabajando con las comunidades”, les planteó.
En la glosa presupuestaria, aprobada en 2019 para ser aplicada en 2020, se estipuló la transferencia del Gore a Desafío por $1.846.800.000 para la implementación de un modelo educativo multicultural, la construcción de la nueva escuela con su equipamiento y mobiliario. Con eso, cuentan en la fundación, pasaron a ser uno de los tres privados que reciben fondos de esta magnitud vía presupuesto nacional, además de la Teletón y los Bomberos.
“A nosotros nos importa mucho la libertad educativa, y si un sostenedor tiene la convicción de que a su comunidad educativa la va a ayudar un proyecto con ciertas características, como por ejemplo lo sería un proyecto con cosmovisión mapuche, creemos que es importante que se apoye este tipo de decisiones, porque sabemos que las comunidades y las personas son distintas a lo largo de todo Chile, y no podemos imponer un modelo educativo único para todos, porque se pierde riqueza, cultura y pertenencia”, asegura el subsecretario de Educación, Jorge Poblete.
Botón de muestra
El objetivo era financiar la escuela La Piedra de PK a 8 Básico. Pero aunque los fondos debían entregarse a comienzos de 2020, recién en diciembre del año pasado Desafío recibió el pago, cuando los costos de construcción -debido principalmente a la pandemia- se habían disparado. Hubo que reducir el proyecto.
Sacaron la educación preescolar. “Fue un dolor por la importancia de la primera infancia. El problema es que si dejábamos la básica a medio camino, nos quedábamos sin reconocimiento ministerial”, dice Gutiérrez.
El 20 de septiembre comenzó la construcción del complejo y a la fecha lleva 20% de ejecución. “Estamos muy bien encaminados. En agosto vamos a ver un proyecto absolutamente icónico. Con la más alta tecnología -proyectores, internet que vuele, aislación térmica, etc.- para recibir 142 niños -y crecerá hasta 160- a partir de septiembre”, dice Birrell.
Y agrega: “Están dadas las condiciones para que las empresas, ONG, y el Estado colaboren de una forma mucho más fluida. Y este piloto va a ser un botón de muestra”.
Gutiérrez añade: “Con este cambio cultural y educativo podemos ayudar a la región a salir del nivel de pobreza multicultural en que se encuentra. Sabemos que es largo, pero es el camino más seguro para lograrlo”, añade Gutierrez.
Los alumnos de La Piedra -aún en las antiguas instalaciones- están siendo apoyados desde marzo educacionalmente. Y pese a su precariedad, fueron la primera escuela rural de la región que retomó la presencialidad, en septiembre. El día que el alcalde lo autorizó, ya estaba lista para partir. Con todo.